Nou Camp Nou: Joan Pascual – Ramon Ausió SLP / Nikken Sekkei

Fechas2016
EmplazamientoCamp Nou, Barcelona
ClienteFutbol Club Barcelona
ArquitectosJoan Pascual, Ramon Ausió, Cristóbal Fernández, Esteve Puigdengolas, Eric Trillo & Nikken Sekkei
AparejadorTecnics G3
ImágenesPlay Time, Nikken Sekkei, Pascual-Ausió Arquitectes


PRIMER PREMIO CONCURSO | 2016

Básicamente, el proyecto debía de resolver al mismo dos puntos principales. Uno, obviamente, la propia remodelación y ampliación del estadio; el segundo, y no menos importante, una correcta relación entre el espacio urbano y el propio edificio, es decir, la correcta inserción en un espacio urbano donde se presentan algunas dificultades.

Una de las primeras decisiones importantes del proyecto ha sido considerar la posibilidad de desplazar la ameba prevista en el proyecto del FCB de la cota +14m a la cota natural del terreno.

De esta manera las tensiones que había con la calle de Joan XXIII y la Travessera de Les Corts han quedado resueltas y aparecen las grandes explanadas a este y poniente que configuraran los accesos a los espacios principales. Como resultado de esto, todo el Espai Barça es ahora un amplio espacio que mejora la relación con los vecinos, el barrio y la ciudad.

En lo que atañe al proyecto del estadio, costó muchísimo llegar a encontrar una solución que fuese adecuada y justa, tanto para el estadio como para la ciudad. Justa, no en el sentido moral del término, sino en el sentido etimológico, que quiere decir precisa, exacta y equilibrada.

Aunque se nos había dicho de muchas formas, y nosotros también así lo veíamos, que era importante recuperar y prolongar el camino de excelencia iniciado por los arquitectos Mitjans, Soteras y García-Barbón en 1957, nos costaba mucho saber cómo hacerlo. Y nos parecía que después de la ampliación de la tercera gradería en 1982 y también de las obras hechas con motivo de los JJOO, poco quedaba del estadio primigenio. Y esto parecía dar paso a pensar que ahora era nuestro momento y que podíamos dejar de lado un excesivo respeto para intervenir. Es decir, podíamos hacer nuestro proyecto más allá de estas referencias históricas, culturales y arquitectónicas, pero veíamos que esto llevaba a un camino sin salida, limitado un poco a pensar que el proyecto se reducía a encontrar un vestido adecuado para el FCB, un vestido tecnológico, elegante si se quiere, pero de moda efímera, y la tecnología tiene programada su propia obsolescencia.

O bien, la segunda posibilidad era pensar que debíamos ser fieles al espíritu de los arquitectos iniciales, con una arquitectura frecuentemente basada en ritmos verticales pautados por elementos horizontales, muy a menudo de lamas o librillo, tal como aún se pueden ver en algunas partes del estadio.

Metidos en este gran enredo, pudimos salir haciendo una cosa que al principio habíamos intuido como imprescindible: pisar, mirar y escuchar mucho al estadio. Descubrir qué era lo que le daba personalidad, qué lo hacía excelente a los ojos de todo el mundo. Y de repente, nos dimos cuenta que básicamente, el único elemento que quedaba intacto de la arquitectura original en el estadio era una pieza muy elegante, muy estilizada, de canto afilado, que planeaba sobre el estadio. Era la marquesina de Tribuna, que aún se realzaba más al contraponerse con los perfiles ovales de las graderías. Era esto lo que le confería esta excelencia arquitectónica. Lo extraordinario del Camp Nou se daba dentro, no fuera. No eran los ritmos verticales en la piel del estadio. Lo extraordinario no se da fuera.

A partir de ese momento, las cosas ya fueron más sencillas. El proyecto se había convertido en un mecanismo de réplica del estadio inicial, un darle la vuelta al calcetín, del interior hacia el exterior. Es decir, lo que era la excelencia interior del estadio se podía proponer como un sistema que se abriese hacia la ciudad. La superposición de la sección de 1957 con la del proyecto de la propuesta por el FCB nos permite detectar que uno de los problemas principales, el volumen y la escala del estadio en relación a la ciudad ha quedado resuelto. Ahora el volumen se ha desmaterializado, el edificio es ligero.

Que las secciones puedan generar la mayor parte de un proyecto no es una novedad para ningún arquitecto. Las plantas explican muchas cosas, pero lo que de verdad explica la calidad espacial de un edificio son las secciones.

El socio se encontrará esto. En lugar de un estadio cerrado con más de 100 puertas, a veces de difícil localización, se encontrará de repente con unas explanadas, unos grandes espacios abiertos, una gran ágora, una gran plaza mayor, donde encontrará los accesos claramente ordenados y unos grandes atrios de entrada y unos bulevares – calles elevadas perimetrales- donde encontrará todos los servicios que necesita, restaurantes, tiendas, bares, espacios y lugares donde podrá ir con la familia más allá de los días de partido. Esta es la imagen que evoca el estadio inicial del FCB, lo transforma y lo proyecta hacia el futuro.

Nou Camp Nou: Joan Pascual – Ramon Ausió SLP / Nikken Sekkei

Fechas2016
EmplazamientoCamp Nou, Barcelona
ClienteFutbol Club Barcelona
ArquitectosJoan Pascual, Ramon Ausió, Cristóbal Fernández, Esteve Puigdengolas, Eric Trillo & Nikken Sekkei
AparejadorTecnics G3
ImágenesPlay Time, Nikken Sekkei, Pascual-Ausió Arquitectes


PRIMER PREMIO CONCURSO | 2016

Básicamente, el proyecto debía de resolver al mismo dos puntos principales. Uno, obviamente, la propia remodelación y ampliación del estadio; el segundo, y no menos importante, una correcta relación entre el espacio urbano y el propio edificio, es decir, la correcta inserción en un espacio urbano donde se presentan algunas dificultades.

Una de las primeras decisiones importantes del proyecto ha sido considerar la posibilidad de desplazar la ameba prevista en el proyecto del FCB de la cota +14m a la cota natural del terreno.

De esta manera las tensiones que había con la calle de Joan XXIII y la Travessera de Les Corts han quedado resueltas y aparecen las grandes explanadas a este y poniente que configuraran los accesos a los espacios principales. Como resultado de esto, todo el Espai Barça es ahora un amplio espacio que mejora la relación con los vecinos, el barrio y la ciudad.

En lo que atañe al proyecto del estadio, costó muchísimo llegar a encontrar una solución que fuese adecuada y justa, tanto para el estadio como para la ciudad. Justa, no en el sentido moral del término, sino en el sentido etimológico, que quiere decir precisa, exacta y equilibrada.

Aunque se nos había dicho de muchas formas, y nosotros también así lo veíamos, que era importante recuperar y prolongar el camino de excelencia iniciado por los arquitectos Mitjans, Soteras y García-Barbón en 1957, nos costaba mucho saber cómo hacerlo. Y nos parecía que después de la ampliación de la tercera gradería en 1982 y también de las obras hechas con motivo de los JJOO, poco quedaba del estadio primigenio. Y esto parecía dar paso a pensar que ahora era nuestro momento y que podíamos dejar de lado un excesivo respeto para intervenir. Es decir, podíamos hacer nuestro proyecto más allá de estas referencias históricas, culturales y arquitectónicas, pero veíamos que esto llevaba a un camino sin salida, limitado un poco a pensar que el proyecto se reducía a encontrar un vestido adecuado para el FCB, un vestido tecnológico, elegante si se quiere, pero de moda efímera, y la tecnología tiene programada su propia obsolescencia.

O bien, la segunda posibilidad era pensar que debíamos ser fieles al espíritu de los arquitectos iniciales, con una arquitectura frecuentemente basada en ritmos verticales pautados por elementos horizontales, muy a menudo de lamas o librillo, tal como aún se pueden ver en algunas partes del estadio.

Metidos en este gran enredo, pudimos salir haciendo una cosa que al principio habíamos intuido como imprescindible: pisar, mirar y escuchar mucho al estadio. Descubrir qué era lo que le daba personalidad, qué lo hacía excelente a los ojos de todo el mundo. Y de repente, nos dimos cuenta que básicamente, el único elemento que quedaba intacto de la arquitectura original en el estadio era una pieza muy elegante, muy estilizada, de canto afilado, que planeaba sobre el estadio. Era la marquesina de Tribuna, que aún se realzaba más al contraponerse con los perfiles ovales de las graderías. Era esto lo que le confería esta excelencia arquitectónica. Lo extraordinario del Camp Nou se daba dentro, no fuera. No eran los ritmos verticales en la piel del estadio. Lo extraordinario no se da fuera.

A partir de ese momento, las cosas ya fueron más sencillas. El proyecto se había convertido en un mecanismo de réplica del estadio inicial, un darle la vuelta al calcetín, del interior hacia el exterior. Es decir, lo que era la excelencia interior del estadio se podía proponer como un sistema que se abriese hacia la ciudad. La superposición de la sección de 1957 con la del proyecto de la propuesta por el FCB nos permite detectar que uno de los problemas principales, el volumen y la escala del estadio en relación a la ciudad ha quedado resuelto. Ahora el volumen se ha desmaterializado, el edificio es ligero.

Que las secciones puedan generar la mayor parte de un proyecto no es una novedad para ningún arquitecto. Las plantas explican muchas cosas, pero lo que de verdad explica la calidad espacial de un edificio son las secciones.

El socio se encontrará esto. En lugar de un estadio cerrado con más de 100 puertas, a veces de difícil localización, se encontrará de repente con unas explanadas, unos grandes espacios abiertos, una gran ágora, una gran plaza mayor, donde encontrará los accesos claramente ordenados y unos grandes atrios de entrada y unos bulevares – calles elevadas perimetrales- donde encontrará todos los servicios que necesita, restaurantes, tiendas, bares, espacios y lugares donde podrá ir con la familia más allá de los días de partido. Esta es la imagen que evoca el estadio inicial del FCB, lo transforma y lo proyecta hacia el futuro.